Lenguaje de los no cuerpos, estola de palabras

Lenguaje de los no cuerpos, estola de palabras

lunes, 5 de mayo de 2008

La Ranita Esnobita


La ranita Esnobita cantaba en su estanque con mucha felicidad:

‑Kerouac, Kerouac, Kerouac.

Pasaron seis días y siete noches y la Ranita Esnobita no dejaba de cantar:

‑Kerouac, Kerouac, Kerouac.

Hasta que un buen día, después de croar y croar, gritó:

‑ ¡Me a Borroughs, estoy Artaud, ésta situación me eNerval, Pavese que es interminable!

Entonces la Ranita Esnobita se lanzó al estanque para terminar su sufrimiento de una vez por todas y ¡Piz¡ ¡Aar! ¡Nik! – cayó ‑.

martes, 22 de abril de 2008

Callar las letras


No, cuerpo,

me calles el alfiler entintado

que perfora el papel.

No le quites el sonido rojo

a la pluma de guacamaya,

porque entonces los cantos

de pájaro herido se confundirán

con el rocío de las hojas

en las que mi mano escribe.

No, cuerpo,

silencies las olas que se estrellan

en las ventanas de mi cabeza,

porque entonces los dedos

dejarán de tejer historias

con hilos de arena.

Cuerpo,

no calles el cuaderno

con susurros blancos.

Si lo haces,

la pureza nupcial de los papiros

se verá mancillada por la indiferencia.

No calles, cuerpo,

estas mis letras

que cuando lo haces,

pareciera que

el líquido tinta se nos pudre en las venas.

Gestar el cuerpo


Siento que me arde,

me arde el estómago

como si estuviese a punto

de regurgitar palabras.

Quiero vomitar los libros matutinos,

expulsar de mis pulmones

el humo de las hojas arrancadas.

Para que, de ese modo,

todas las sílabas reunidas en mi contra

se mezclen con líquido inmundo

y se conviertan en ratas obscenas,

en conejos hirsutos de dientes rabiosos.

Porque no son palabras bellas

éstas a las que me enfrento.

Son oscuras e invisibles,

son mis hijas bastardas

mis niñas sin ojos.

Aún las siento retorciéndose en mis intestinos.

lunes, 21 de abril de 2008

Brindis.


Levantemos las copas de semen enlatado
y celebremos nuestra feminidad.


sábado, 19 de abril de 2008

Lenguaje corpóreo


No es tan errado decir: callar la boca.

Porque nuestros labios no son los únicos hablantes.

Hablan los pies cuando recogen secretos del césped.

Hablan las piernas cuando, ansiosas, gimen que sean tocadas.

Al llegar a su punto medio, el sexo no conversa; grita.

El ombligo también discute acaloradamente con el de alguien más,

se susurran intimidades, emiten con voz queda palabras obscenas

mientras los sobacos y los brazos se restriegan vocales húmedas.

Hablan los senos con sus negras bocinas, habla el cuello con el

ácido aroma de diez mil flores aplastadas.

Todos nuestros habitantes hablan entre sí,

se confunden sus voces para crear exclamaciones

en la lengua, en la garganta.

Mi cuerpo habla con él mismo y yo le contesto vía tacto.